En estos últimos días
he recorrido la Selva Negra alemana (Schwarzwald). En una semana ha habido tiempo
suficiente para trazar un trayecto que nos permita ver lo más
destacado de la zona, aunque hay mucho que hacer. No solo ver pueblos
salidos de un cuento de Hansel y Grete, sino que es posible hacer
senderismo, deportes de invierno, comer la famosa tarta de la Selva
Negra (la Schwarzwälder Kirschtorte hecha con cerezas y
virutas de chocolate), probar la cervezas típicas de la zona
(freiburger y la alpirsbacher klosterbräu)...
La selva negra es una
comarca montañosa de unos 50 kilómetros de ancho por unos 160-180 de
alto, situada en la parte suroeste de Alemania, en el estado de
Baden-Würtemberg. Su pico más alto es el Ferlberg (1.493 m.).
En verano es un buen
momento para hacer una visita, y puesto que hay que practicar aleman
y que Ryanair vuela desde Málaga a Baden-Baden, fueron suficientes
argumentos para decidirnos. En principio, alquilar un coche es la
mejor opción (en el mismo aeropuerto de Baden-Baden hay varias
compañías).
En cuanto al alojamiento,
la zona tiene un problema de falta establecimientos, sobre todo en la
época invernal, por lo que se ha promovido dos tipos de alojamientos
privados, el Ferienwohnung (segundas residencias o residencias de
vacaciones alquiladas por sus dueños) y el Gastehof (habitaciones o
apartamentos). Eso sí, hay que contar con que haya que pagar un
suplemento por las sábanas (en nuestro caso 5 euros por persona) y
por la limpieza del piso (20 euros totales). Es habitual ir por la
carretera y encontrar grandes casas con un cartel Zimmer frei
(habitación libre) en la puerta (frei significa en aleman
libre, no gratis, que se dice Kostenlos o ultimamente Gratis). en algunos sitios se cobran tasa de turista (Kurtaxe) entre 0,6 y 1 euro por persona y noche, y no siempre te lo cobra directamente el dueño del alojamiento.
En cuanto a carreteras,
hay dos autobahn al este (A81) y oeste (A5) de la Selva Negra (¡que gozada es
conducir líbremente por una autovía de 3 carriles sin restricciones
de velocidad!) mientras que por el interior de la zona, hay carreteras pequeñas,
en algunos casos de montaña. Eso sí, los alemanes son disciplinados
y no dan luces ni se pegan a tí para presionar; simplemente buscan
un momento y dan un pasón. Respecto al aparcamiento, el centro suele
ser zona azul. Algunas zonas puede ser estacionamiento gratuito pero
limitado a un tiempo máximo (hay que poner un reloj con la hora de
llegada en el salpicadero), zona azul de pago (Parkschein) y zonas
reservadas a residentes (Bewohner) que deben tener una tarjeta
especial. Al alejarse del centro suele haber aparcamiento gratuito.
Algunas ciudades como Friburgo han establecido restricciones a
ciertas zonas para algunos vehículos dependiendo de la contaminación
de CO2.
Otro aspecto a destacar
es el depósito (Pfund) que hay que pagar por cada botella de
plástico (25 céntimos), lata (25 céntimos) o vidrio (8 céntimos)
y la obsesión casi enfermiza de los alemanes por el reciclaje y la
separación de basuras.
Baden-Baden
Su nombre significa
bañarse-bañarse, por lo que le viene de la multitud de balnearios. Es una
ciudad pija con mucho turismo de alto poder adquisitivo y que es un
pequeño aperitivo para lo que viene despues.
Centro de Baden-Baden
paseo lleno de tiendas
que lleva al Kurhaus
Kurhaus, donde está el Casino (entrada 5
euros)
justo delante hay un
parque donde se ubica la sala de Trinkhalle, o sala de bombeo (1.839), de estilo neoclásico
muy cerca del centro de la ciudad hay un
castillo (Neues Schloss) que se está convirtiendo en un hotel (con
bastante retraso, por cierto). Desde un mirador se ve toda la ciudad,
teniendo en primer plano la Stiftskirche, una
iglesia gótica del siglo XV.
La
iglesia evangélica (Evangelische Stadtkirche)
Lichtentaler
Allee, jardin-parque de 2,3 kilómetros de largo que recorre en paralelo
el río Oos por el que es recomendable dar un paseo agradable